lunes, 28 de diciembre de 2009

Nunca digas jamás.



Si el otoño llegara a tu vida dejando el corazón desnudo, si el viento azotara impetuoso los cristales de la ventana, si los días transcurrieran sin un sólo rayo de sol enredandose en tu pelo...

He de decirte que estoy contigo aunque no me veas, que siento igual que tú la agonía terrible de una vida yerma... que me ahogan como a tí los días y las noches de autómata, el espanto de la miseria, el frío tacto en las manos, la escarcha en los labios...

Es entonces, cuando te revelas contra todo, y todos te parecen que, ajenos a tí, viven unas vidas paralelas, que eres invisible.

Descubres en tu alma una nueva flor de color oscuro, seca, muerta, pero que sin embargo crece... Como la hiedra, avanza por tus sentidos, envenena tu sangre y trastorna el pensamiento. Mueres entonces, yo lo hice.

Quise hacerlo, y aún lo esté quizás. Tal vez mi esperanza sea escribir ahora, mientras el viento azota tras mis ventanas, mientras el invierno anula las ganas, o lo intenta. Yo escribo... Y lo hago por algo, y me lo pregunto, quizás como tú, me lo pregunto. Y es que tal vez, no esté del todo muerta, ¿cómo puede ser esto?, ¿cómo?, ¿si a veces las lágrimas no me dejan ni respirar?

¿si a veces siento cómo algo araña al otro lado de mi piel?.

No lo sé, quizás nunca deba decir jamás.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Nuevos viajes.

Alas, instrumento de los sueños, formadas por la humildad, fortalecidas por el coraje... Alas que me conducen hacia nuevas latitudes... sin cansarse... Su incesante movimiento me impide mirar atrás. Tal vez, tampoco lo quiera.