lunes, 25 de junio de 2012

EL NO TAN EXTRAÑO ORGASMO BIFÁSICO MASCULINO.

Existe la convicción de que tal proeza obedece a una decisión completamente voluntaria.

Al igual que las mujeres, que pueden sentir orgasmos muy intensos si se estimulan a la vez el "Punto G" y el clítoris, el hombre posee una curiosa motivación que les hace sentir los reyes del universo en cuanto a catálogo de placeres se refiere: el orgasmo bifásico. Defino orgasmo bifásico como la capacidad de relegar la plena satisfacción sexual hasta que no pueda relatarse la aventura de machote al amigote de turno.

Normalmente se da en individuos de cultura microscópica pero con sonoros vaivenes narcisistas, la mayoría de las veces jactanciosos de su virilidad de escaparate. Son errados comportamientos que, en multitud de ocasiones les aboca a no repetir cópula con la misma mujer, no por iniciativa propia, sino por un irritante amor propio femenino (que dirían ellos).
Es claro; las posibilidades de mantener relaciones sexuales con mujeres en un mismo grupo de amistades o sociedad, es inversamente proporcional al conocimiento que tengan ellas de que estos hechos se hayan dado. O lo que es lo mismo: a ninguna mujer (¿o a alguna le gusta?) le agrada saber que sus intimidades se airean en talleres de chapa y pintura o barras de bar... 

Menos mal que hay hombres en cambio que saben lo que es el respeto. Esos son los que se llevan el corazón de una mujer. 

domingo, 24 de junio de 2012

LA EXCURSIÓN.

¡Qué noche maravillosa... si no fuese por el hambre! ¡Qué cosquillitas de emoción poder salir de casa; de este agujero aburrido sin televisión! ¡He de correr mundo, ya, ahora mismo... necesito caminar y explorar.  La noche me ampara!
Subo desde mi casa, torpemente al principio, a lo más alto. Quiero ver, tentar, oler. Aunque todo esté oscuro no tengo miedo. Sé por dónde voy, hacia dónde voy. Tengo hambre. Primero iré a la cocina, deprisa, a comer algo. Después me jactaré de mi proeza y me tumbaré en el patio para admirar a la luna.

Acabo de oír cómo alguien abre una puerta, me esconderé un momento. No quiero que nadie vea lo que estoy haciendo. Yo sé esconderme... aquí mismo tras la puerta. Aquí estaré bien un buen rato. Me da igual lo que vengan a hacer, después seguiré con mis planes.
Parece que me han descubierto, he de huir ¡rápido!... voy hacia la luna, he de llegar al patio. Me persiguen. Camino deprisa, corro, huyo. Sí, me persiguen. Tendré que dejar la comida para después.
El hambre no me deja pensar con claridad... Comienzo a percibir un extraño olor...¿qué es esto?. Estoy mareado, me cuesta caminar. Tengo que volver a casa... ahora estoy cansado. Pero ¿hacia dónde estaba mi casa?
Todo se ha vuelto más oscuro aun... allí está la luna, al fin. Puedo verla desde la ventana... He llegado a ver la luna, aunque sea tan sólo desde la ventana. Ya no puedo moverme. Ya no siento el hambre.
Apenas puedo mover mis patitas.




viernes, 22 de junio de 2012

EL CUENTO DE LOS CINCO EUROS.


Lamentó Pascualina el desproporcionado derroche de energía preguntándose a continuación si la insípida barrita de cereales le mantendría en pie durante el resto de la tarde; mucho temía que el incidente abocaría en un consumo despiadado e incontrolable de galletas María u otro vacuo artificio para la reposición del ánimo.

El asedio oriental le había dejado hilitos blancos en la comisura de los labios. Parecía un perro rabioso. Bajo el sol inexorable, la carne morena brillaba en destellos de sales minerales abandonando irremediablemente su organismo.

Se obsequió con una mirada hacia la puerta del bazar: al menos veinte personas continuaban observándola con curiosidad.

Pascualina se sentía Agustina de Aragón. Apretaba fuerte el billete de cinco euros objeto de su esfuerzo mientras cruzaba la carretera en grandes zancadas. "¡El tiquet, el tiquet!... ¡Tu puñetero padre, el tiquet!... ¡y la cara del chino y de la china y la del otro chino con barba de chivo!" "...si compré una minucia... iba yo a guardá tiquet ni tiquet...¿y pa qué el tiquet?... ¡no sabe ná ni ná... darme mi dinero verdadero gachón y el billete falso te lo mete en los cojones!, la madre que te parió, el chino..."



Hao Hing rasgó el billete ante la paciente fila de clientes atónitos. Acertó a ver, atrapado en una nebulosa de desconcierto, cómo salía de su bazar la mole de carne bronceada que acababa de agarrarlo por la camisa con la fuerza de un troll acusándolo de estafa. 

Li Mei temblaba. Y tembló durante el resto de la tarde sin perder de vista la puerta de entrada a la tienda. "¡Yo no le di el billete Hao Hing, yo no!".

Jiawu y Hao Hing colocaban en su lugar las cajitas de cartón con sus anillitos de gemas de plástico; tardaron más tiempo en recoger el expositor de gafas del suelo y más aun en buscar todas las canicas grabadas con el nombre de los jugadores de la selección española de fútbol lanzadas como balas de cañón por aquella fiera sobre sus cabezas...



Pepe "el bigotes" acababa de vender los pocos camarones que le quedaban en la cesta. Determinó pregonar entonces con más ahínco el resto del género "¡Llevo lah canne é boca!... ¡La mojama...!"

Sonrió para si: "...¡A mí la crisis!"

jueves, 21 de junio de 2012

DE LO QUE ACONTECIÓ EN UNA MADRUGADA EN HORA IMPRECISA Y LLEGARE A ENCENDER LA LITERARIA IMAGINACIÓN DE MRS WILSON.


Cierto es, reconoce Mrs Wilson, que la generosa amplitud de un colchón confortable a menudo exige el sacrificio de la soledad. Curiosas son las mil y una posturas del amor y la compañía individuales en un terreno de uno treinta y cinco con almohada de látex para cervicales rencorosas.

Se gana esto también con la voluntaria viudez: enajenación mental maravillosa y permanente que ofrece a menudo llaves al mundo de Alicia...
Esto debió pensar tras el movimiento telúrico, seguido de un tintineo de lamparita que sintió aterrizar en el piso de arriba aprisionándole el corazón en un trotar de latidos desbocados, dolientes.

El impulso primigenio de subir a socorrer a la vecina, aún a riesgo del irreversible desvelo, fue sosegado por el inconfundible tono grave de varón; marido solícito que acudía a ayudarla a levantar del suelo y a consolar el rosario de ayes de unas gloriosas carnes vapuleadas por el golpe inesperado...
Un llanto lastimero pudo escucharse durante largos minutos favorecido por las paredes del palomar, llenando en hora imprecisa con guirnaldas extrañas el silencio de la madrugada.

Mrs Wilson caviló trabajosamente sobre lo sucedido; no era sueño por tanto, se dijo: la vecina se había caído de la cama junto al contenido de la mesita de noche y ante el repentino silencio del marido al auxiliarla y el prolongado llanto desconsolado de la mujer, Mrs Wilson se adjudicó tan sólo un pensamiento, una conclusión satisfactoria que le permitiere de nuevo conciliar el sueño en paz.

"Pobre mujer... estos son los daños colaterales de una afición desmesurada al fútbol..."

martes, 12 de junio de 2012

OTRA VEZ VISITACIÓN


...Venía Visitación por la acera dando saltitos como un gorrión, chiquitita y colorada, con su peluca color tizón mal puesta y asomándole por encima de sus orejas de mono tití los pocos rizos plateados que habrían de quedarle al boliche perfecto de su cabeza.

Corría ligera como el viento, para acudir tal vez a vigilar el reclamo invasor del pitorro de la olla o al chillido cariñoso de uno de sus polluelos de grandes zancas y hermosas carnes.

-¿Descansar yo? ¡Descansar yo! -me dijo sin pararse, antes de empujarme con un manotazo cierto, como reafirmando al mundo su necesidad invariable y legítima del uso diario de un buen trozo de acera.

Nadie más que ella sufre en el barrio a la hora de las comidas...

viernes, 8 de junio de 2012

LOS GATOS DEL CALLEJÓN

Hay gatos con mechas caseras o tintados de excipientes a cuatro perras.
Repeinados en tupé vigoroso de fibras escardadas con esmero de soportal.
Algunos rematados como escobón para empedrados
otros de zarcillos de oro a cuenta de hachís del bueno
y es que para eso queda después de la gasolina y el tuneo de tradición.
Nobleza obliga.

...Y tras las casas, protegidos por el descampado,
hay gatos que se sueltan del pelo de las niñas en un latir de ingles
para que los reyes del callejón les inventen una vida bajo las farolas,

... donde, melladas y engreídas, parirán quizás a sus hijos.

miércoles, 6 de junio de 2012

AMAGO DE TRAGEDIA GRIEGA EN "PANADERÍA LOLITA"


Pues nada hija, que viene la vieja malage y se me pone por delante, así como de paseo torero. Me quedo yo con el índice levantado señalando las barras calentitas y buscando en la distancia la más tostá para hacer los bocadillos de la playa. Y ella que se coloca a la izquierda en un arrebato de yo qué sé y recoge toda la disposición de la Lolita sólo con un meneo de barbilla así para arriba, mientras coloca la manaza en lo alto del mostrador como si quisiera mearlo y dice: "Me pone una empanadilla y una cerveza sin alcohol, que estaré sentada fuera en la terraza".

¡Digo!. Y se queda tan pancha la vieja, como si yo fuera transparente todo el tiempo... No, no, que se lo dije a la Lolita... eso, eso mismo... que la mala educación de la vieja, para pegarle dos tortas y no precisamente de las de mazapán de la vitrina, que esa se las come en un arriquitaun, la vieja pellejosa... que sí, como te lo digo... ¡Menos mal que me cogió ya con la regla en curso que sino le arreo una bomba sintáctica que la crujo entera!... ¿El qué?... ¿las niñas?... ¡Ah!, eso fue lo más gracioso del conjunto... ují... 

Va mi hija y me dice: "Mamá, pero baja el dedo ya"... ¡Uf!, sí... jajaja... y es que todavía seguía yo emperrá en no perder de vista la barra cucurrúa que ya tenía localizá desde el principio...

martes, 5 de junio de 2012

...AQUEL VESTIDITO ROSA...

La emoción telúrica recorriendo sus venas, empapando la piel virgen... los pequeños pechos, debilitando el muestrario de huesos.
La larga melena conjurada en el espejo mil veces ante los ojos miopes y las manos temblorosas que no aciertan a abrochar los botones de su vestidito rosa.
La niña más niña una tarde a las seis... y un morir y un renacer extraño al imaginar la caricia que quizás sería, dormida hasta entonces en la almohada avergonzada con sus besos secretos.
Cesáreo le había invitado a su cumpleaños.

Veintisiete años después, en una perdida madrugada, una mujer habrá de sorprender en su recuerdo aquel pulso desconocido al abrumador erotismo. Desconocido... mientras mordía, lamía ávida aquella plumita azul que tan sólo un minuto antes recorría distraída su rostro, sus labios.

Después de soplar las velas Cesáreo tomó de su tarta un adorno lleno de merengue. Mirándola sólo a ella pasó goloso su lengua por el dulce...
-Para ti -le dijo.