domingo, 21 de diciembre de 2014

SE MERIENDA SIN PIJAMA, POR FAVOR.


La luz apagada, la penumbra... Su voz amable, atento a mí... El roce de sus dedos en mi cara...
Alto, algo tímido, irresistiblemente tímido, en la habitación, solos.. Timidez que a las leonas da tanta hambre.
Incauto, solícito, atento, aquella penumbra...
La palabra mágica luego, una vez, dos, tres... tan rica...
"Dímelo", "dímelo", cada vez que cambiaba la diapositiva, jejejeje. "Dímelo", "... y ahora, dímelo"
Una pieza fácil. Rápida, clandestina. Tímida, sobre todo tímida.
Tímida merienda para leona...
La merienda encendió la luz. El optometrista encendió la luz. El bollycao encendió la luz. Y lo que era penumbra lució de colores hirientes, realidad fulgurante...
Mi merienda clandestina asomaba, bajo su bata blanca de optometrista y su jersey de chico bueno, un indicio de pijama de abuelito, de color granate, con sus botoncitos con filo dorado...
Ya volveré en verano.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA WILSON


Se fue mi madre a la Alemania con tres maletas cargadas de viandas españolas.
Jamón, que no hay; polvorones que no hay, y un puchero, que tampoco hay.
También le eché yo unos cuentos pa el chico y una postal pa mi hermana Tania, que a la Estrella ya la achuché yo bastante el otro día que vino...
Allá que llevó el puchero en el avión la Wilson, haciendo escala en Palma de Mallorca, con dos pares, sí señor.
Una bolsa de ropa y lo demás de turrón, queso y salchichón.
Qué suerte tienen en la Alemania...
El puchero de mi madre se espuma y se arregla con su ciencia. Ella separa los avíos: la carnesita en un plato, la pringá y las papas, la zanahoria y el apio en otro. Deja el caldo humeante en la cazuela, blanco y puro como un niño de teta.
Con la ropa vieja a veces hace croquetas, la Wilson.
No se vio en la Alemania cosa igual; ellos ni se imaginan que con la ropa vieja se pueda engalanar una mesa de nochebuena.
Ya ves tú qué plan de casa, que diría el Quiñones...
Allá llegó mi madre a la Alemania, con tres maletas cargadas de España, pa dos hijas y un nieto que tiene.
Llevaba un chandita pal chico y el laurel... Turrón del duro y del blando y polvorones, de chocolate.
La España bien guardá en el transbordo de avión hasta Hamburgo.
Una postal sin sello, pa la Tania.
Y unos cuentos pal chico.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

La lluvia... aquel telón vivo.
Lo vivido... la humedad.
Un cristal con palabras...
La lluvia.
Las horas.
¿Qué culpa ha de tener el deseo para apartarlo? 
¿Qué culpa la piel? 
¿Qué maldita vida es esta que quiere morir dentro de ella?
¿Qué impide a la voluntad no ser libre?
¿Cómo se llama tu miedo, compañerito?

sábado, 22 de noviembre de 2014

Dulcineos, ángeles de cartón piedra,
¿morir de amor no queréis?
Deshechos en el medio amniótico,
Minos en busca de su infierno,
poetas, versados de lo inefable.
Altares limpios, procrastinados,
¿morir de amor no pensáis?
Tejedores de Ariadna, niños perdidos,
soñadores de Heras, púlsares,
pliegues de la tierra, vosotros,
¿morir de amor no dejáis?