domingo, 30 de enero de 2011

LA ODALISCA

¡Lo que son las cosas!

A mí me lo enseñaron las monjitas... eso de ayudar a las ancianas a cruzar la calle, pues al morir y San Pedro preguntarme, yo podría decir que había sido una niña buena.
Y claro, ya se queda como una especie de defecto genético pos-natal que es adictivo, incluso después de aplicar la probabilidad a la existencia de Dios santo y el San Pedro con la llave...
Total, que me encuentro con Visitación.

Recuerdo que Visitación era -y es- una vecina del barrio. No sé si os acordaréis de ella...
Pues venía Visitación subiendo la "Cuesta los pobres", que así es como yo llamo a la cuesta tan empinadísima de la Venta "La Costilla", sitio venerado por la buena manduca.

En fin, que la pobre mía subía resoplando como un toro bravo, con su peluca bien colocá y su porte de gorrioncillo. Cargaba tres bolsas que lo menos pesaban cien kilos, llenas de mandaos del almacén del "Malajechu", abreviatura de "mala hechura" una vez aspirada convenientemente la "h" como manda nuestra herencia árabe...

Pues resultó que bajando yo, subía ella, y era tal su resoplar que sin hacer calentamientos previos le cogí las bolsas, en su mayoría llenas de botellas de cerveza y le pedí que me indicara el número de su casita.
Como piezas de tarugos se ven las casas de "Ahorro Energético", todas de blanco, como terrones de azúcar amontonados por un párvulo. Por dentro son muy coquetas. Bien distribuídas y luminosas, con un patio interior que comunica la entrada principal con la cocina; esto ofrece la posibilidad de entrar directamente a ésta sin necesidad de pasar al vestíbulo.

Por la cocina entré, seguida por Visitación, quien no paraba de dar las gracias con un apuro desproporcionado. Y enseguida entendí el porqué...
Allí estaba el porqué; sentaíta como una muñeca chochona en la cocina... y he de decir que curiosamente no recuerdo qué estaba haciendo, si es que hacía algo, que francamente dudo.

La hija de Visitación, cual despreocupada odalisca esmeraba su paciencia esperando a su trabajosa madre con las bolsas de la compra.
Al verme, pareció que se coloreaba. Pero no; su turbación era perenne. Siempre estaba colorada; esto lo supe después.
Una lluvia de "gracias" vino a confluir con las gotas de sudor que manaban de mi piel, en contrapunto a la frescura de la odalisca de Solagitas.
Visitación seguía resoplando y comprendida la indirecta, me dispuse a salir por el patio, sin saber si felicitarme por mi buena acción o darme yo misma un buen cosqui.

La culpa la tiene San Pedro.

martes, 25 de enero de 2011

"TIZNAO"

Aún recuerdo perfectamente aquellas tardes de merienda en la cafetería de la plaza de Cádiz...; batallera, bulliciosa y llena de compás en medio del aparente caos.
Se llenaba cada tarde de cucuruchos grasientos con churritos traídos del puesto de enfrente, efímeros deleites que desaparecían bañados en chocolate caliente, para dejarse acunar más tarde en la cintura y en las caderas...

Casi siempre pagaba mi abuela, quien, una vez concluida la convidada, salía del establecimiento contando sobre la palma de su mano izquierda el cambio en monedas; "no vaya sé que me haya dao de meno er camarero..."
De aquellos días data el descubrimiento de uno de mis mayores placeres: el café. Y aunque yo contaba con no más de diez años, ya se me permitía la degustación de un "tiznao". Con lo que la, hasta entonces acostumbrada, bebida de cacao pasaba a un plano inevitablemente infantil.

Desde entonces comencé a comprender, gradualmente, que existía un porqué para levantarse por las mañanas, una consecuencia para no acostarse y un motivo recurrente para reunirse con alguien.
En la actualidad, diferencio perfectamente un café malo de otro peor, y por supuesto creo que alabo un buen café cuando lo merece...
Pero hay algo que soporto infinitamente menos que un café malo: pedir un café "manchado" y que me traigan otra cosa. Y esto sucede en muchos establecimientos, y eso que a diario puedo llegar a tomar un café en tres sitios diferentes.

El café debe ser intenso, oscuro, humeante... Por supuesto esto se soporta normalmente hasta los cuarenta años; a partir de una determinada edad, el estómago pide un poco menos de esta oscura y humeante intensidad, por lo que pasamos de nuevo a los inicios del romance.

Un café con leche. Todo el mundo sabe lo que es un café con leche... ¿seguro? ¿Y un "tiznao" o "manchao"? ¿Un cortado? ¿Un avellanado? Puede parecer que sí, pero... os aseguro que no. Lo habréis comprobado; si pedís un "manchao", os ponen, en un porcentaje invariable de un noventa y nueve por ciento, un café con leche. Y claro, una lo que pide amablemente es que aclaren, por favor, la bomba atómica de aspecto inocente que humea bajo las fosas nasales...
El camarero se lo lleva, mientras tú te preguntas si has vocalizado mal, o algo peor. Pero debe de ser, efectivamente algo peor: ¡te vuelven a traer el café exactamente igual que antes! ¡No!

¿Es posible que tan sólo le hayan rezado un "Ave María"? ¿Quizás es que le han dado una vueltecita al ruedo esperando un milagro? ¿O es que realmente (y amablemente) se están pitorreando del cliente?
Normalmente, y depende en gran medida de cómo lleve el día, suelo echarle paciencia a falta de leche, y al segundo paseo del vaso me tomo lo que me traen, tachando de mi lista la cafetería en cuestión.

Otras veces, yo misma le echo la leche...

viernes, 21 de enero de 2011

MAZINGER Z en Solagitas


La tenía frente a mí, con aquella cara redonda y jocosa. Los ojos celestes enmarcados por rizos y corales, los kilitos adornando su osamenta recortaíta...
Minutos antes ya le había echado yo el título de valiente al venir a sentarse al revés de la marcha, cosa efectivamente reservada a los de buen estómago.

MAZINGER hablaba... con los muslos separados embuchaos en mallas, el escote y las manos lanzando destellos como el faro en la bahía (reclamo de señorío y nevera llena).
Reía y hablaba. Y ya daba yo por muerta o al menos seriamente dañada a la vecina objeto de sus comentarios siniestros.

-Vamo, que la paliza ze la doy a eza. Y je le vá quitá la gana de da má por culo, que deje que llegó a la calle za creío que la vamo a aguantá, ¡jajajaja! Eza no je quiere bien.
Yo observaba la belleza de los campos, concentrándome en el porte gracioso de una jaca y un pony. Intentaba entretener mis sentidos admirando las caprichosas formas de las nubes, blancas, brillantes... Bajo éstas, la acera del polideportivo se llena de sillas de plástico en aquellas horas vespertinas. Una explosión de colores "coca-cola-fanta", combinados con otros como el pistacho-amarillo de la bata de alguna comadre y el oro de las argollas de las quinceañeras, alegran la desidia y la flojera que dejan los garbanzos y la cerveza.

-Y, Mari, que te digo yo que ze la tengo zentenziá a la "japuta" y como le eche mano hata que no le vea zangre no paro... Vamo, que tú ya zabe que no la dejo, ¡jajaja!
De soslayo me atreví a mirar a la contertulia, sentada cerca de mí y que sólo asentía a lo que vomitaba MAZINGER.
-Ira, cuando yo empezé a hablale a mi marío había una que lo'taba rondando... Y un día la cogí y le dije: ¿Tú qué que te gusta mi novio?, y cogí a la gachí y le metí una que hata que no le sangró la cara no paré, caji la mato a la "japuta" eza, ¡jajaja!. Po ya je le quitó la'gana de roneá a mi novio. Vamo, Mari, que tú lo zabe que cormigo no je pué... ¡jajaja!

Concentré mi atención en las banderitas de colores que adornaban los barracones a pie de carretera, insignias de barcos mercantes con patronas arrugaítas y ligeras como gorriones.
El sol beneficia a la pobreza, haciéndola brillar cuando se acuerda.

-¡Chofeee! ¡La prozimaaa!
Y el chófer paró, y el autobús obedeció.
Como una reina bajando del trono bajó MAZINGER con trabajo, eso sí.
Le esperaba una tarde con la "cuñá". Cafelito y charla.
Por lo menos un poquito de terapia...

jueves, 13 de enero de 2011

VICIOS DE BOQUILLA...¡OH,DIOOOOS!


Dejar las malas costumbres...
Particularmente tengo una que no consigo quitar del todo. ¿Cómo conseguir una coherencia total?

"¡Dios!, ¡tropecé con el escalón!. No me salen las cuentas ¿qué voy a hacer dios mío?... porque ¡madre de dios, qué caro está todo!
Y los niños ¡virgencita lo que piden!, ¿dónde habré puesto el móvil dios mío de mi alma?"
Lo peor fue anoche. "¡¡Oh, dios, dios, oh!!"

Soy una atea poco convencional, tendré que asumirlo. ¡Uh!, esto me recuerda el cigarillo que eché anoche después de rezar.
Lo dicho.

Vicios de boquilla... una temeridad.

lunes, 10 de enero de 2011

ESTADÍA

El llanto primero, dejado atrás como las olas dejan al naúfrago... siempre invariable, frenético,
es la lluvia del amanecer de la conciencia, agonía que refleja el frágil rostro de la existencia.
El llanto que deja abierta las puertas a la poesía... aquella que proyecta el haz de luz hacia tempestades intuídas...
La muerte sólo es el principio, me digo, aferrándome al necesario regreso. Sin lastres ni anclajes, un vestigio de cordura se acomoda como un gato al calor de un hogar, entre jirones de piel mil veces violada por el sol.
Permanezco mientras esta conciencia, perdida entre las vísceras de un embalaje mísero, crece. Extasía con impulsos rítmicos, orgásmicos, cada resto de ceniza azotada por palizas y vergüenzas, deteriora la carne, al comparar la nada con su belleza.
La belleza de no temer.
El llanto último.

viernes, 7 de enero de 2011

Luciano Pavarotti Caruso Traducido

Adoro el vuelo del alma tras la belleza de esta canción, tanto, tanto... que el cuerpo desea alcanzarla también. Me produce una dulce tristeza, puedo jugar con las conchas de la playa, y llenarlas de mar y vaciarlas de arena. Me reconcilia y me hace ver que pronto seré nada.
Inmensamente feliz...

lunes, 3 de enero de 2011

Greguerías

Compañías de telecomunicaciones: CASCANUECES

Visto en un centro comercial: "No se aleje del redil, por favor continue ordenadamente y podrá usted salir"

Guillotina: Cartel de 2x1

Niño sin regalo de Papá Noel: padres preocupados por el bienestar emocional del niño.

Niño con regalo de Papá Noel: padres preocupados por encontrar pilas en día de fiesta.

El colmo de la felicidad: ENCONTRAMOS APARCAMIENTO Y TENEMOS TARJETA DE CRÉDITO.

SUNAMI: REBAJAS

Para tener las manos calentitas un día de frio no olvidar la tarjeta.

Absurdo: traer a casa tres kilos de caramelos de la cabalgata que se tirarán derretidos en el mes de agosto.

Los muñecos colgados en las ventanas y los balcones, apología del suicidio metafórico.