Un retrete como aquellos antiguos que existían en los patios de vecinos. En casa de mi abuela había uno; un cuartito chico al que uno llevaba un cubo con agua limpia para echar después ésta dentro de la taza. Así se iban los desechos por el desagüe...
Pero estos días de carnavales no hay agüita clara en Cádiz. Ni siquiera la de las fuentes pudiera ser susceptible de ser llamada agua, aunque ya de por sí no sea potable. Es mierda. Mierda líquida.
Las calles huelen a meados mezclados con alcohol, los hombres orinan en cualquier rincón... no se preocupan ni de volver la espalda a los demás, qué va. Supongo que las mujeres también, aunque se esconderán un poquito... que aunque estemos en carnaval, no es cuestión de ir enseñando, claro.
A ver... hay niños por todos lados. Hay niños y eso no es una imagen que ellos deban guardar para la redacción del colegio.
La alcaldesa estaba en una plaza, rodeada por una nebulosa de gente que supongo ya vendría meada de casa. Pero da igual, no sé qué más podrá hacer la alcaldesa. Tal vez a alguien se le ocurra algo, no lo sé. Serán estos tiempos que corren... de gente incívica.
Cuando yo era chica se salía los sábados y era un no caber por cualquier calle del casco antiguo; volaban las serpentinas y los papelillos... ahora sólo se ven en la cabalgata.
Cuando yo era chica íbamos brincando y cantando los estribillos de moda. También había borrachos y gente con incontinencia, pero no lo de ahora... Ahora es una mierda todo.
Ahora la gente "de Cádiz" no sale los sábados: sale los domingos, que los sábados por la noche hay mucho plasta y mucho guiri... Ya.
La gente de Cádiz, como buenos gaditas, salen el domingo de coros a darse una vuelta y de paso beber como imbéciles hasta no distinguir que están orinando como los perros delante de cualquiera y en cualquier rincón.
Sí, habían puesto baños provisionales. Pero por lo visto y olido no los suficientes. Qué asco de calles.
Yo salí corriendo casi de manera literal, no soporto ir pisando excrementos que chorrean calle abajo mezclados con otras tantas porquerías.
¡Qué bonito es Cádiz y cuánto la queremos!
¡Qué pena de mi vieja que, sin tener incontinencia -¡pobrecita mía!- tiene que aguantarla!