jueves, 21 de julio de 2011

DE MERENGUE LA ERMITA.

Pilar, pasa las tardes sentadita en su silla de enea a la vera de aquellas puertas enormes de quinientos años. Ella misma también es una historia. 
Yo nunca había entrado en la ermita de San Antonio y cámara en mano me dispuse a pedir permiso para cotillear un poco.
Hace algunos años ya hice una foto de la entrada de aquella iglesita que parece un pastel de merengue, con su azulejo del santo a un lado y una señal de tráfico al otro. Cosas del progreso. Ella misma me lo decía al querer aparcar el coche: "Si es que esto estaba hecho para los borriquillos, no para los coches..."

La ermita está en la parte alta de Ubrique, escondida entre un vericueto enredo de callejas estrechas e imposibles. Por más que lo intento no puedo dejar de pensar en cómo se las apaña un ama de casa para llevar la compra hasta aquellas alturas mientras el "marío" se lleva el coche; con lo pesados que son los "mandaos" aunque haya un colmao cerca, que por allí no vi ninguno dicho sea de paso.
En Ubrique tienen un dejillo muy simpático al hablar, parece que cantan la última sílaba o la antepenúltima, no me acuerdo bien ahora. Es graciosa la impresión que da cuando te saludan, que en vez de un "hola qué tal" es un "¿qué hase?".
Enseguida se te llena el corazón de "ubriquiña", que es como yo llamo a la hospitalidad de la gente de Ubrique.

Así me contestó Pilar, con "ubriquiña" a manos llenas y así soltó un momentito la muleta y me abrió los grandes portalones de la ermita.
Pude contemplar entonces un precioso retablo silueteado en dorado y pintado de verde oscuro, lleno de todos esos adornos que se exponen en las iglesias y que ya no sabría describir con detalle. Aunque lo que sí recuerdo perfectamente son los pañitos del altar almidonados por ella y al saltamontes que como un excursionista, exploraba una parte del retablo...

Un suelo antiguo en damero llamó también mi atención y le pregunté a Pilar si tenía los mismos años que las puertas. "¡Uhhh, desde chica no he visto otro aquí, siempre ha estado el mismo que yo sepa!"-me decía.

Pero Pilar lo que quería era enseñarme lo que había arriba del todo. Y para ir arriba del todo entramos por un lado del retablo hasta una azotea adornada de buganvillas, donde disfruté de unas vistas preciosas del pueblo.
Las nueve de la noche en el estío es la hora perfecta para disfrutar de algo así. Todo parece mágico y bueno. Es como una sonrisa que ilumina un rostro ya hermoso.

Pilar no necesita de esos destellos de todas formas, ella es incondicional cuidadora de la ermita y lo hace de una forma completamente desinteresada desde niña.
Relevó a su madre en esa tarea y ninguna nunca cobró nada... ella se queja de no tener hijas que la ayuden. "Mis hijos dicen que ellos no, que no son masoquistas... y aquí sigo hasta que Dios quiera, que no sé quién se va a ocupar de esto cuando yo no esté" "Mira, aquel pañito de croché lo hizo mi madre..."
-¿Y usted vive cerquita Pilar"- le preguntaba yo.
-¡Ahí mismo!, ¡que me vine cuando me casé pa cuidar de esto!-me decía.

Y allí mismo vivía, que de lejos vi la puerta de su cocina. Allí mismo en el patio, a la izquierda de los portalones centenarios.
Con un celo de madre cerró la iglesita, que yo no sé cómo puede cuidarla y limpiarla ella sola con su muleta...
-Y quieren venir a verla la gente y le digo que no, porque nadie me da na ni me ayuda nadie.-se quejaba.
-¿Y el cura, Pilar?
-¿El cura? El cura viene de cuando en cuando a "da" una misa o a "casá" a alguien y ya está...

Pilar me contó muchas más cosas y me hubiese quedado más tiempo allí sentada con ella a la fresquita, junto a su silla de enea, si el coche no hubiese estado mal aparcado, que pasar por aquellas callejas con él ya es un triunfo. Cosas del borrico progreso.

Me fui rabiosa por dos cosas; la primera por no haber podido darle dos trompazos al cura, que seguro que bien que cobra él las bodas y un porcentaje de los reportajes de fotos de los novios. Y la segunda por Pilar, que seguro que piensa que su cuidado en la ermita de San Antonio le servirá de algo a los ojos de Dios.
Por lo menos eso supongo que le habrá retahilado el cura...

Así que si vais por allí dadle algún regalito económico a ella que bien se lo merece, que tiene una pensión mu chica, muchos años y una muleta para andar.

Y sobre todo dadle mucha "ubriquiña".

2 comentarios:

genialsiempre dijo...

Todo muy bonito....si voy prometo donar algo a Pilar

Cuenticiente dijo...

Gracias Jose María. La verdad es que este asunto debería ir a Andalucía directo ¿alguién puede ayudarme?