miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA WILSON


Se fue mi madre a la Alemania con tres maletas cargadas de viandas españolas.
Jamón, que no hay; polvorones que no hay, y un puchero, que tampoco hay.
También le eché yo unos cuentos pa el chico y una postal pa mi hermana Tania, que a la Estrella ya la achuché yo bastante el otro día que vino...
Allá que llevó el puchero en el avión la Wilson, haciendo escala en Palma de Mallorca, con dos pares, sí señor.
Una bolsa de ropa y lo demás de turrón, queso y salchichón.
Qué suerte tienen en la Alemania...
El puchero de mi madre se espuma y se arregla con su ciencia. Ella separa los avíos: la carnesita en un plato, la pringá y las papas, la zanahoria y el apio en otro. Deja el caldo humeante en la cazuela, blanco y puro como un niño de teta.
Con la ropa vieja a veces hace croquetas, la Wilson.
No se vio en la Alemania cosa igual; ellos ni se imaginan que con la ropa vieja se pueda engalanar una mesa de nochebuena.
Ya ves tú qué plan de casa, que diría el Quiñones...
Allá llegó mi madre a la Alemania, con tres maletas cargadas de España, pa dos hijas y un nieto que tiene.
Llevaba un chandita pal chico y el laurel... Turrón del duro y del blando y polvorones, de chocolate.
La España bien guardá en el transbordo de avión hasta Hamburgo.
Una postal sin sello, pa la Tania.
Y unos cuentos pal chico.

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