jueves, 9 de diciembre de 2010

LAS PAPAS BUENAS

A lo lejos se escuchaba...
...Y como un sueño incordiante se dejaron caer por mi almohada.
Creí que lo soñaba, sí.
Pero no... eran reales.
-¡Papas gordas, papas blancas, papaaaaaaaas bueeeeenass!.... ¡qué barbaridad, papas recién "salía" del terreno!... ¡a tres "l'euro" los cinco kilo de papaaaaaaaa!
-¡Papas goooooordaaaaaa!... ¡niña la papaaaaaaaaa!
Y entre mi esforzado sueño se colaron kilos y kilos de papas. Érase un planeta lleno de papas, llovían, volaban, estornudaban, bailaban, se casaban, tenían hijos...
-¡Qué barbaridad!, ¡vamos niña las papa gorda, papa blanca, papa recién "salía" del terreno!...¡A tres "l'euro" las papaaaaaaa gooooooordaaaa!
Yo necesitaba papas. Las quería, necesitaba comprarle a aquella mujer todas las papas. Eran papas gordas, a tres euros los cinco kilos. Y yo quería papas.
-¡Vamo a las paaaaaapaaaaaa! ¡blancas, gordas, buena de verdad las paaaaapaaaaa!
Yo no podía más. Me había convencido, y como sonámbula fui al encuentro de mi felicidad. ¡Aquellas papas buenas!
Pero en el instante en que mi pensamiento ya acariciaba la idea de tener decenas de kilos de papas, en el momento en que me veía ya convertida en la heroína de la barriada haciendo callar a la buena mujer... la voz comenzó a tejerse entre las fibras de los sonidos cotidianos.
Entre el llanto del chiquillo que vive abajo, el arrastrar de muebles de la vecina de arriba, el soniquete de las cacerolas en las cocinas...
Y entre sinfonías de cuerdas de tender que chirrían, ecos de regeton y coches tuneados que aparcan en la acera, me convencí a mí misma de que aquel había sido el "castigo" por haber llegado la noche anterior a las cinco de la mañana...

No hay comentarios: