viernes, 2 de noviembre de 2012

"LA CANASTILLA"

LA CANASTILLA. 

"¡En fin!, que me la encuentro en el autobús de Solagitas viniendo yo con ganitas de cháchara...
Lo primero que le dije, haciendo referencia a los puestos de garrapiñadas, chorizos y camisetas de la Plaza de las Bodegas, creo que no le hizo mucha ilusión. Me miraba de soslayo, como acostumbrá a soslayar muy de seguido.

Iba para el cementerio viejo a poner flores a no sé quién, que ya se había encargado ella de adecentar toíto aquello la semana anterior; la lápida, con su buen enjabonao y las letras bien repasadas con pintura porque se les había ido el color. Sólo le faltaban las flores; unas azucenas que ni parecían de mentira ni ná.
Me dejé caer y le confesé que yo no disfrutaría el día de mañana de sepelio alguno.
Es que me ahorro el disgusto de tener que pagarlo todos los meses -le expliqué-, además, no he encontrado hasta hoy un sólo cadáver por las calles, ni de perro siquiera, así que he decidido terminar mi vida en rebeldía.
La utopía que acaricio -le dije- es la de ser comidita güena para algún buitre de la sierra, a falta de tigre que sería lo suyo... ¿Qué?
¡Hombre, que yo le di mis razones, no te vayas a creer! Pues nada.
Empezó a hablarle a otra de las que iban en el autobús, diciendo que a ella el nicho de perpetuidad y que dos mil euros eran poca cosa...
Pero lo que ahora me tiene así no es eso, no.

Pobre niña... ¡Pues no dice la borrica que ya fue a preguntar lo que costaba hacerle el seguro de los muertos a la nieta y todavía la hija está de ocho meses...!
¡Er sangangui de la gachí...!"

No hay comentarios: