viernes, 14 de diciembre de 2012

TOC

TOC

Abel creyó siempre que los ciento doce tapetes almidonados con los que su mujer adornaba el hogar, que el ceremonial de doblar las toallas en perfecta forma rectangular y el meticuloso planchado de los embozos, eran cosa de mujeres "señoras de su casa".

Anita murió de cáncer sin poder limpiar con lejía sus células, sin restregarles el estropajo como hubiere deseado, sin ponerlas en orden, imp
olutas...

Quince años después de la muerte de su amada esposa, Abel hubo de recomponer su ánimo cuando alguien le habló del TOC.

Supo entonces que quién dejaba los embozos de puntillas perfectamente planchadas, quién se esforzaba en la pulcritud de las toallas esponjosas y dejaba los ciento doce tapetitos primorosamente almidonados, no había sido su esposa sino un ser extraño con el que convivió casi treinta años...

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