martes, 1 de noviembre de 2022

DIÁLOGO CON EL CORAZÓN

He soñado hoy con las palabras envueltas en un ser humano, con el caballo galopante de su voz, que las portaba. He soñado con su declarado amor mientras mis dedos se enredaban entre los rizos de sus cabellos.

Él era la ventura que, los colores, aniñan las miradas al mundo, pobreza feliz del poeta, locura que transita o fluye por el verso mismo, era el mago que recoge entre sus manos la ambrosía extraña de otros mundos y las porta hasta aquí, a los pies de sus iguales mortales. Él era medio dios y medio hombre; soñado trovador de mi corazón.

Desperté habiendo perseguido a la cierta razón; en ello estaba cuando desperté:


«No te confundas, querida mía; ningún ser puede ser reposo de tu amor más que la palabra misma, pues es a ella a quien amas y, por más, al caballo terrible de la voz humana cuando la viste y engalana. El humano, por tanto, es agua que se derrama por sus costados, incesante y trémula incontinencia, torpe y caprichosa existencia... Sin embargo tú, ¡oh, palabra bendita!, ¡oh, corcel certero de la declamación!, ¡tú sí eres un diamante puro, un transparente remanso, brillante y gélido en donde posar mi amor, tranquilo!»

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