sábado, 9 de enero de 2010

...querida Marina,

Querida Marina ... deberías saber cuánto adoro tus ojos, a cuáles ensueños me transporta tu sonrisa, a qué me recuerda el perfume de tu boca...
Tendría que decirte que tu piel es más suave que las rosas y que el sol encuentra en tus mejillas un intenso rival.
Querida Marina, ¡querida!.

En mi mente se agolpan en un instante un sinfín de recuerdos de nuestros años juntos.
Aquella vez que caminábamos descalzos por la playa, mientras la lluvia nos sorprendía entre risas nerviosas..., o aquella otra en que nos perdimos, empujados por la multitud, y anduvimos buscándonos desesperados entre la muchedumbre, para acabar encontrándonos por casualidad, abrazándonos al fin como dos chiquillos. ¿Recuerdas mi amor?.
Yo aún rememoro aquellos días con toda la intensidad de mi adoración por tí.
Por ello soy incapaz de no luchar por tu cariño, siempre, a pesar de todas las incertidumbres y las inseguridades. Sé que me amas como el primer día, ¿verdad mi vida?.
No puede ser de otra manera, lo sé, lo sé. Mi amor incondicional por tí atraviesa todas las barreras, incluso las que tú misma creas, porque estamos destinados a estar siempre juntos, ¿lo sabes, verdad?.
Marina, Marina, contéstame amor. ¿No me estás escuchando?... No te enfades conmigo. Olvida mi mal humor por favor, yo te necesito siempre a mi lado...
Marina..., ¡Marina...! no te golpeé tan fuerte, ¿verdad?.

6 comentarios:

genialsiempre dijo...

Ay esa Marina!!!, que cosas le dices....a ver si no puede contestar ya. Pero tú seguro que sabes hacerlopor ella.

José María

Anónimo dijo...

He conocido amores de esos. Amores que aseguran querer más que nadie, sin saber que es un amor enfermo. ¡Qué leches amor! Más bien se trata de la imposibilidad de realizarse en soledad para desde ahí, si es menester y uno está capacitado para ello, amar de verdad.
Esperaba un final así...
En lo poco que he leído de ti, siempre se huele la dulce y suave tragedia. Y se agradece, claro que se agradece que el dolor arribe siempre sin odio.

Pedro Estudillo dijo...

Desgraciadamente, también esta es otra de esas historias cotidianas... demasiado cotidianas.
Excelente Chari; me estás sorprendiendo gratamente.

Besos.

Carmen dijo...

Has descrito de maravilla la psicología que imagino tienen los maltratadores, y aunque es una historia tremendamente triste, me entristece más lo que no leo, adivino otro insulso perdón.

Tus textos ya tienen tu sello. Enhorabuena Chari, me alegro que empieces el año con ganas de contarnos historias.

Equilibrista dijo...

Hola Chari. Acabo de aterrizar en tu cornisa, de un saltito desde la cuerda. Felicidades por el blog. Me alegro que te incorpores a la ciberaventura.

El relato tiene tu sello, en ese final sorprendente que deja pasmado al lector. Muy bueno. Sigue escribiendo, que es la mejor forma de espantar a los fantasmas y atraer a las palomas...

Te dejo unas miguitas de pan...

Cuenticiente dijo...

Gracias deivid,es un honor para mí tu interés por esta tímida aventura mía.