jueves, 2 de diciembre de 2010

CONMIGO

Su voz de sábado por la mañana era un despertar de alegría.

En la bolsa de tela traía caprichos de crema y azúcar glass. En los bolsillos "sugus" de colores.
Su silencio olía a jabón, sus pasos a suspiros de posguerra.
Me cantaba que era niña.
"Mírame cómo friego los fogones. Tú debes hacerlo así"

Las palmas de sus manos fueron el cobijo de mis miedos, y mi primer amor empezó a morir con sus caricias.

Sus ojos chiquitos lo lloraron todo y su voz antigua me paseó en la mula, y en el campo, y en la casa de los señores, y en la calle de la Palma...
"P'rriba y p'abajo siempre igual".
"El plátano que había era para el que estaba malo...".
"A su amor lo vió por última vez en el redondel de la luna...".
"Mira qué guapo era mi hermano, aunque se cayera de aquel caballo..."

Los embozos de las sábanas engarzaban cantinelas con crujidos de huesos viejos mientras los dedos sarmentosos estiraban florecitas de tela.

A las tres ajustaba el reloj, coreada por nuestras voces infantiles.
Luego se volvía a la barriada.
Para mí por ser más alta era el honor de ponerle el abrigo. "Cuidao con las horquillas, que estén bien puestas"

Paseábamos juntas hasta la parada. Solas las dos.
"Ayúdale a tu madre... ¡Dios quiera que tu padre...!"

Mi primer amor murió entre sus manos...
"Él es rico. Tú eres pobre... Tú eres pobre"

Y entre el recuerdo de los platos con restos de las tartas de cumpleaños, entre el recuerdo de su mano llevándome a la iglesia vestidita de blanco... está mi sangre mezclada en la suya, mis ojos chiquitos, sus rodillas huesudas, la retahila cantada, los suelos fregados, el suspiro del pobre, la fuerza del débil...

...Y su canción en mi pecho.

2 comentarios:

genialsiempre dijo...

Este texto rezuma amor por los cuatro costados. !Que bonito!

Cuenticiente dijo...

Gracias, Jose María. Así es...
¿Y quién no ama con locura a un abuelo?