viernes, 21 de enero de 2011

MAZINGER Z en Solagitas


La tenía frente a mí, con aquella cara redonda y jocosa. Los ojos celestes enmarcados por rizos y corales, los kilitos adornando su osamenta recortaíta...
Minutos antes ya le había echado yo el título de valiente al venir a sentarse al revés de la marcha, cosa efectivamente reservada a los de buen estómago.

MAZINGER hablaba... con los muslos separados embuchaos en mallas, el escote y las manos lanzando destellos como el faro en la bahía (reclamo de señorío y nevera llena).
Reía y hablaba. Y ya daba yo por muerta o al menos seriamente dañada a la vecina objeto de sus comentarios siniestros.

-Vamo, que la paliza ze la doy a eza. Y je le vá quitá la gana de da má por culo, que deje que llegó a la calle za creío que la vamo a aguantá, ¡jajajaja! Eza no je quiere bien.
Yo observaba la belleza de los campos, concentrándome en el porte gracioso de una jaca y un pony. Intentaba entretener mis sentidos admirando las caprichosas formas de las nubes, blancas, brillantes... Bajo éstas, la acera del polideportivo se llena de sillas de plástico en aquellas horas vespertinas. Una explosión de colores "coca-cola-fanta", combinados con otros como el pistacho-amarillo de la bata de alguna comadre y el oro de las argollas de las quinceañeras, alegran la desidia y la flojera que dejan los garbanzos y la cerveza.

-Y, Mari, que te digo yo que ze la tengo zentenziá a la "japuta" y como le eche mano hata que no le vea zangre no paro... Vamo, que tú ya zabe que no la dejo, ¡jajaja!
De soslayo me atreví a mirar a la contertulia, sentada cerca de mí y que sólo asentía a lo que vomitaba MAZINGER.
-Ira, cuando yo empezé a hablale a mi marío había una que lo'taba rondando... Y un día la cogí y le dije: ¿Tú qué que te gusta mi novio?, y cogí a la gachí y le metí una que hata que no le sangró la cara no paré, caji la mato a la "japuta" eza, ¡jajaja!. Po ya je le quitó la'gana de roneá a mi novio. Vamo, Mari, que tú lo zabe que cormigo no je pué... ¡jajaja!

Concentré mi atención en las banderitas de colores que adornaban los barracones a pie de carretera, insignias de barcos mercantes con patronas arrugaítas y ligeras como gorriones.
El sol beneficia a la pobreza, haciéndola brillar cuando se acuerda.

-¡Chofeee! ¡La prozimaaa!
Y el chófer paró, y el autobús obedeció.
Como una reina bajando del trono bajó MAZINGER con trabajo, eso sí.
Le esperaba una tarde con la "cuñá". Cafelito y charla.
Por lo menos un poquito de terapia...

4 comentarios:

Pedro Estudillo dijo...

Joé con Mazinger, cualquiera se muda a su barrio...
Sigo admirando esa manera tan peculiar que tienes de describir lo cotidiano. Eres la Quiñones de Solagita.

Besos.

Equilibrista dijo...

Tangai cazando historias por la calle con su mirada especial... Me gusta que la llames Mazinger :) Cada día escribes mejor ^^

una cosita: "No sabía cómo catalogar aquellos movimientos de cabeza, ¿respaldaba aquellas sentencias? ¡Horror!" en todo el relato la narradora/observadora no toma partido, se limita a contar bajo su prisma, pero en esa frase sí da una opinión, eso me chirrió un poco, quizá todo el relato debería ser igual, ¿no?

sólo eso :)

Cuenticiente dijo...

Pedro, un lujazo esto que me dices. ¡No soñaría yo con llegarle a la suela de los zapatos!
Gracias, porque de corazón valoro muchísimo el comentario.

Cuenticiente dijo...

Equilibrista, mil gracias por tu observación. Es cierto que faltaba a la coherencia del texto con esta frase, así que siguiendo tu consejo la he omitido.
Siempre he dicho que aprendo de vosotros y además me encanta hacerlo, porque sois referencia para mí.
Un abrazo grande.