domingo, 26 de septiembre de 2010

¡AY MI "MARE"!


Supongo que será inevitable, tal vez es que me quiero demasiado y no me veo...

15:35 de la tarde. Transbordo de autobús.
El pequeño y familiar "canarito" con tan sólo ocho asientos me espera para proseguir mi ruta hacia "La Soledad". Última parada: el cementerio antigüo.
Subo, enarbolando la tarjeta amarilla que me permite hacer el segundo viaje sin pagar.
-¡Buenassss!-saludo
Terror. Ni un sólo asiento libre. De repente comienza a dolerme el lumbago. Mucho. En cuestión de segundos. Una cosa tremenda.
Me dirijo al fondo del autobús lo más tiesa que puedo. Mientras me agarro y sitúo, observo a un tierno infante de unos tres añitos ocupando el último asiento de fila de a uno. Al lado opuesto, su madre.
El niño miraba por la ventana distraído cuando su madre le dice:
-Luisito, corazón, deja el asiento a la señora...
-No, No. No se preocupe, por favor. Gracias.-me apresuro a intervenir.
La madre, llevada por un repentino y feroz ataque de empatía, insiste.

-Que no... ¡Luisito, ven conmigo!

El niño, pobrecito mío, se hacía el sueco mirando por la ventana. "Pesaíta mi mare", lo mismo pensaba, a juzgar por la carita de apuro que tenía el chiquillo.

-Déjelo, no importa...

A la tercera, y llegando a la mitad del recorrido, la madre consigue que el niño obedezca, y Luisito acude a sentarse sobre sus rodillas.
Éste comienza a parlotear, en ese idioma de los niños, que sólo traducen los padres y algún aventajado abuelo.
La madre, orgullosa y plena de satisfacción, alecciona a Luisito:

-Hay que dejarle siempre el sitio a las personas mayores...

Y me senté.

11 comentarios:

El Drac dijo...

Eso sólo significa una cosa: que aún no te acostumbras a mirarte como te miran los demás; y, supongo que a todos nos pasará alguna vez

Carmen dijo...

jaja, ay chari de mi alma, que manera de estropearle a una el día...La lección de la madre está muy bien, pero hija, mayor tú??, total, piensa que para el chiquillo a partir de los 15 años ya somos viejos.

Un besito.

genialsiempre dijo...

Pues a mi el día que me cedieron un asiento en el metro de Madrid, por cierto nunca más lo hicieron, se me cayó el alma encima.
Y es que no nos gusta que nos vean mayores...

Cuenticiente dijo...

Las cosas del autobús... si viérais la de debates de "andar por casa" que se desarrollan, la de sentencias que se proclaman, y la de historias que se viven...
Algo bueno tenía que tener el transporte público, aparte del ahorro energético.

El chiquillo era un solete, y parloteaba tela marinera.

Celebro que os haya gustado.

Un abrazo.

Ricardo Miñana dijo...

Hay que ver las cosas cotidianas en los autobuses,
un placer pasar a leerte.
que tengas una feliz semana
un abrazo.

Anónimo dijo...

Hay que ver... hacerse mayor y viajar a la Soledad. ¿Cómo vas a ser tú mayor chiquilla? Cada uno tiene su propia percepción de las cosas pero que más da, lo que importa es que todo el mundo tenga su propio espacio.
Por cierto.. que yo sé quien te esperaba en la Soledad. Je je.

Un besito, niña.

Eva.

Cuenticiente dijo...

Gracias por estar, un abrazo.

Anónimo dijo...

A mí hace tiempo que me hablan de usted, y eso que tengo cara de niño, pero los años pasan... al menos para la piel.

No nos damos cuenta hasta que nos toca.

Cuenticiente dijo...

Y muy guapo que es "usted", por dentro y por fuera.

Lo importante es no dejar de ser curiosos, así comienza y termina el verdadero elixir de juventud.

Equilibrista dijo...

Me imagino que se refería a mayor, en el sentido de adulto, porque vamos...

De hecho mientras leía el relato meimaginaba a la madre del chiquillo con más edad que tú...

Muy simpática la anécdota

Cuenticiente dijo...

Me alegro que te haya gustado leerla.
Un abrazo Deivid.