jueves, 14 de octubre de 2010

LA RUEDA QUE PARA


En los arrebatos de esta conciencia, en los que el sol se oculta, los cuervos vuelan a ras de mi cuerpo quieto.

El olor nauseabundo de la realidad me asfixia... la mermada esperanza viste de negro.


Y aparece un ave antes blanca, deseperada por liberarse del fango que la retiene.


De los arrebatos de esta conciencia en los que la empatía me tortura, resultan marchitas las rosas de mi alma, insultadas por la inmundicia y la soberbia.

Quedan entonces cenizas que se esparcen con el viento; vuelan fragmentos de huesos pulverizados, y dejan un paisaje inhabitable yermo, gélido, desolador.


De los arrebatos de mi conciencia, aquellos que confunden mi alegría, quedan tan sólo niños perdidos que me esfuerzo por reconocer, por abrigar, por querer...

...mientras todos, semejantes a nosotros, nos miran y preguntan:


"¿Por qué paráis?"

2 comentarios:

genialsiempre dijo...

El texto es bueno, pero derrocha pesimismo. Espero que no te afecte lo que escribes, porque necesitamos de tu alegría

Cuenticiente dijo...

¡Qué va! Ya sabes que soy una campanita, la mayoría de las veces. Y si algo me pone triste, al poco me animo.
Este texto lo escribí hace más de un año, mucho antes de tener ordenador ni blog.
Estaba en un cuaderno, olvidado, y he querido buscar en el "fondo de armario" como muchas veces calificas tú a estos textos que guardamos desde hace tiempo.
Pues eso, gracias por leerlo.
Un abrazo.