Libre e inconsciente, la esposa eterna había dispuesto, primorosamente, una lágrima para cada centímetro de su ataúd matrimonial.
Ordenó a todos los familiares que recogiesen sus desmayos e hizo recitar una letanía para la ocasión.
Cosió lazos de coral color en las abrazaderas de las cortinas y adornó su escote con perlas por segunda vez en su vida.
Después despidió a Juan Amor acariciándole la frente.
Y una voz en su cabeza, que no reconocía, le preguntó cómo había sido capaz de llegar hasta allí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario