domingo, 13 de enero de 2013

Las palabras a veces sirven para apuntalar cimientos. Evitan el derrumbe, pero no construyen.
Uno busca entonces un asidero dónde agarrarse a algo verdadero, pero cuando el abismo es tan insondable y oscuro, opaco, lastimoso, no se encuentra la paz.

Y perdonar se convierte en algo tan complicado como querer sin querer, tan forzado como esperar sin esperanza.
Tal vez se ha de vivir con aquellos lastres sin más remedio que el rechinar de dientes.
O tal vez aprender a regalar la amistad y el cariño a quién de verdad la merezca: a quién sea capaz de valorarla...
Aunque el daño ya está hecho.

4 comentarios:

genialsiempre dijo...

Las palabras pueden hacer mucho daño ...o mucho bien, depende de la intención del autor.

Anónimo dijo...

La paz...
La paz quizás se encuentre en reconocer que no hay nada a lo que agarrarse.
Como vivir en medio del espacio infinito.

Cuenticiente dijo...

Cuándo aprenderemos... Y sin embargo, seguimos necesitando las palabras...

Mauro dijo...

¿Qué te pasó "farfalla"? ¿Alguien tocó el polvo de tus alas?. Espero que sólo sea una reflexión sobre el perdón o un sentimiento lejano.