martes, 5 de junio de 2012

...AQUEL VESTIDITO ROSA...

La emoción telúrica recorriendo sus venas, empapando la piel virgen... los pequeños pechos, debilitando el muestrario de huesos.
La larga melena conjurada en el espejo mil veces ante los ojos miopes y las manos temblorosas que no aciertan a abrochar los botones de su vestidito rosa.
La niña más niña una tarde a las seis... y un morir y un renacer extraño al imaginar la caricia que quizás sería, dormida hasta entonces en la almohada avergonzada con sus besos secretos.
Cesáreo le había invitado a su cumpleaños.

Veintisiete años después, en una perdida madrugada, una mujer habrá de sorprender en su recuerdo aquel pulso desconocido al abrumador erotismo. Desconocido... mientras mordía, lamía ávida aquella plumita azul que tan sólo un minuto antes recorría distraída su rostro, sus labios.

Después de soplar las velas Cesáreo tomó de su tarta un adorno lleno de merengue. Mirándola sólo a ella pasó goloso su lengua por el dulce...
-Para ti -le dijo.

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