jueves, 21 de junio de 2012

DE LO QUE ACONTECIÓ EN UNA MADRUGADA EN HORA IMPRECISA Y LLEGARE A ENCENDER LA LITERARIA IMAGINACIÓN DE MRS WILSON.


Cierto es, reconoce Mrs Wilson, que la generosa amplitud de un colchón confortable a menudo exige el sacrificio de la soledad. Curiosas son las mil y una posturas del amor y la compañía individuales en un terreno de uno treinta y cinco con almohada de látex para cervicales rencorosas.

Se gana esto también con la voluntaria viudez: enajenación mental maravillosa y permanente que ofrece a menudo llaves al mundo de Alicia...
Esto debió pensar tras el movimiento telúrico, seguido de un tintineo de lamparita que sintió aterrizar en el piso de arriba aprisionándole el corazón en un trotar de latidos desbocados, dolientes.

El impulso primigenio de subir a socorrer a la vecina, aún a riesgo del irreversible desvelo, fue sosegado por el inconfundible tono grave de varón; marido solícito que acudía a ayudarla a levantar del suelo y a consolar el rosario de ayes de unas gloriosas carnes vapuleadas por el golpe inesperado...
Un llanto lastimero pudo escucharse durante largos minutos favorecido por las paredes del palomar, llenando en hora imprecisa con guirnaldas extrañas el silencio de la madrugada.

Mrs Wilson caviló trabajosamente sobre lo sucedido; no era sueño por tanto, se dijo: la vecina se había caído de la cama junto al contenido de la mesita de noche y ante el repentino silencio del marido al auxiliarla y el prolongado llanto desconsolado de la mujer, Mrs Wilson se adjudicó tan sólo un pensamiento, una conclusión satisfactoria que le permitiere de nuevo conciliar el sueño en paz.

"Pobre mujer... estos son los daños colaterales de una afición desmesurada al fútbol..."

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